viernes, 31 de octubre de 2014

Ciencia de miedo...

Hoy os traemos una terrorífica, espeluznante, sorprendente y divertida historia de Halloween. Acomodaos en vuestros sillones polvorientos y disfrutad...




"Era una sala lóbrega y fría, construida con bloques de piedra de enorme tamaño, a tanta profundidad bajo tierra que la luz del sol jamás llegaba hasta ella. Solo las arañas y las ratas podrían considerar un sitio como aquel como su hogar.

Sentado en una vetusta butaca, rodeado de antorchas sujetadas por gárgolas de bronce, se hallaba un hombre elegantemente vestido, pulcramente peinado, pero con un gesto tan gélido e impenetrable en el rostro que habría provocado escalofríos al más curtido de los asesinos callejeros. Este hombre esperaba silenciosamente a sus invitados, cada uno de los cuales tenía un asiento ya preparado. También había un cómodo felpudo de piel al lado de los asientos.

No tardaron en llegar. Un lóbrego esqueleto reanimado por magia negra, un insustancial y tétrico espectro, una pálida vampiresa con su hijo vampiro y un bestial hombre lobo. Todos ellos se acomodaron sentándose alrededor del individuo de gesto serio, salvo el hombre lobo, que consideró mejor acurrucarse en el felpudo.

- Bueno, tal y como os había prometido - empezó a hablar el hombre del butacón - os voy a contar algo que os aterrorizará hasta los huesos... o hasta el ectoplasma, para los que no tenéis osamenta - añadió en dirección al fantasma, que agradeció el gesto. - En concreto, os voy a hablar de un lugar espeluznante, pavoroso, un lugar al que ninguno de vosotros querría ir jamás. Me estoy refiriendo a...

Cinco caras se inclinaron hacia delante mostrando interés. El hombre del butacón saboreó el momento de expectación y concluyó, con tono teatral:

- ... el mundo real.

Se oyó un coro de murmullos asombrados. Finalmente, el esqueleto se atrevió a preguntar:

- Pero ¿qué tiene de terrible ese... - vaciló en decirlo - "mundo real"?

- ¿Que qué tiene de terrible? - repitió el hombre del butacón. - Para empezar, si te atrevieses a entrar en él, tú, mi huesudo amigo, serías incapaz de moverte. Y no solo porque en este horrible lugar lo que muere se queda muerto por no desafiar el principio de entropía, sino que en él sería imposible que movieras tus huesos sin la ayuda de músculos que hagan palanca sobre ellos.

El esqueleto se estremeció, agitándose como un larguirucho xilófono. A su lado, el espectro quiso saber:

- ¿Y yo? Ni siquiera soy materia, no me digas que tendría algún problema...

- ¿Tú? Tú más que ninguno. "Ni siquiera soy materia". En este horrible lugar, entonces, no serías NADA. Como mucho, un simple espectro...

- Ah, bueno - suspiró el fantasma, pero el hombre acabó con su alivio terminando de decir:

- ... de ondas electromagnéticas. Un montón de luz incoherente. Nada más que eso.

El hombre lobo se rascó unas cuantas pulgas y luego fue el siguiente en hablar:

- Ja. Eso os pasa por ser muertos vivientes. Yo podría ir a ese sitio y zamparme a todo el que se me pusiera por delante.

El hombre del butacón sonrió malignamente.

- Me temo que no es tan fácil, mi peludo camarada. Allí no es posible andar transformando los órganos de un humano en los de un lobo y viceversa. Hay una barrera biológica infranqueable. Y mucho menos por una causa tan totalmente ajena a la anatomía como un satélite que orbita alrededor del planeta.

El hombre lobo, que no era particularmente brillante, puso gestos de intensa concentración mental intentando descifrar aquellas palabras. La mujer vampiro, agarrando fuertemente a su hijo (porque el tema había empezado a preocuparla) aprovechó el momento para preguntar:

- ¿Y nosotros? No nos pasaría nada, ¿no? Ya sé que estamos muertos, pero... bueno, uno puede alimentarse de sangre, limitarse a salir solo por las noches...

El ceño fruncido del hombre del butacón hizo que sus palabras se cortaran en seco. De un bolsillo de su chaleco sacó una pluma y una libreta, y empezó a garrapatear algo en ella mientras hablaba:

- Tengo entendido que los de su especie son capaces de convertirse en murciélagos ¿no es así, señora mía?

- Claro. Hasta mi pequeño Vladimir sabe ya cómo hacerlo.

- Pues me temo que ahí algo fallaría. Verá, señora, a su hijo le echo unos cuarenta kilos, mientras que un murciélago de los grandes, pongamos un Pteropus livingstonii, alcanza poco más de un kilo. Lo que quiero decir es que toda esa diferencia de masa debe ir a algún lado, y según la ecuación de Einstein que relaciona la masa con la energía - terminó de hacer cálculos sobre la hoja - si su hijo se convirtiese en murciélago mientras está en el mundo real y por ende sujeto a sus leyes, liberaría una cantidad de tres coma cincuenta y uno por diez elevado a dieciséis julios de energía, o lo que es lo mismo, más de diez millones de veces el poder destructivo de una bomba termonuclear, reduciendo todas las ciudades del planeta (y a él mismo, cabe suponer) a escombros humeantes.

- ¡¡Qué horror!! - la vampiresa intentaba calmar a su lloriqueante hijo. - ¿Pero cómo hacen las gentes de ese lugar para sobrevivir cada día, si se puede saber?

- Créame, no querría saberlo, señora.

- ¿Y usted? - se atrevió a preguntar el fantasma, una vez que se hubo recuperado de la impresión existencial de poder no ser nada - ¿Qué le pasaría a usted si se atreviera a entrar en ese pozo de depravación, en esa pesadilla infernal e inconcebible?

- ¿Yo? Lo crean o no, lo intenté una vez, pero me tuve que volver cuando descubrí que allí resultaba definitivamente imposible reanimar un cuerpo formado por trozos de muertos usando electricidad. Una auténtica pena..."





viernes, 3 de octubre de 2014

¡Vaya palabro!


Pinacoide: No tiene nada que ver con pinos, si es lo que estabas pensando. De hecho, la palabra "pinacoide" se utiliza en cristalografía, una rama de la mineralogía, para referirse, en un cristal, al conjunto de dos caras paralelas relacionadas por un eje de simetría binario (como si se reflejaran en un espejo, vamos). Para que lo entiendas mejor, si te imaginas que una caja de cereales es un cristal mineral, la cara de delante (donde sale el personajillo que anuncia los cereales) y la cara de atrás (donde aparecen dibujos u otros anuncios) formarían un pinacoide.


miércoles, 1 de octubre de 2014

Toxic Planet

"Toxic Planet" es el nombre del cómic de David Ratte, una ácida, divertida e ingeniosa crítica al rumbo que está tomando el progreso en la humanidad. Nos presenta, en pequeñas historias de una página, un mundo en el que la contaminación, la basura y la industrialización han llegado a tal grado de exageración que la gente ha de ir con mascarillas antigás por la calle y en los zoos se exhiben animales virtuales  ¡y lo peor es que todo el mundo lo asume como normal!







Y como muestra, os dejamos con una de sus páginas. Si os ha gustado, merece la pena que busquéis el resto, porque no tienen desperdicio.