viernes, 24 de julio de 2015

El laboratorio de Watson

Fabricando nuestro fluido ferromagnético

Los imanes nos parecen siempre un poco mágicos. Son una fuente inagotable de maravillas y experimentos. Un fluido ferromagnético es un líquido que contiene partículas metálicas, y que por lo tanto reacciona ante un imán como si todo él fuese magnético. En el experimento que os proponemos hoy veremos moverse un fluido ferromagnético casero como si tuviera vida propia...
Necesitaremos:

Limaduras de hierro
Aceite de girasol
Un imán
Un folio, cartulina o similar





 Cómo se hace
Primero, mezclamos las limaduras de hierro con el aceite en un frasquito, de tal forma que el conjunto quede espeso. En algunas webs veréis que utilizan polvo de tóner en lugar de las limaduras de hierro. El aspecto final es un poco mejor, pero el polvo de tóner es más caro y debe manejarse con precaución. Las limaduras son un material inocuo, y prácticamente os las darán gratis en cualquier ferretería en la que fabriquen llaves.







Cuando tengamos la mezcla de aceite y limaduras, vertemos un poco sobre una superficie no demasiado gruesa, para que el efecto del imán la pueda atravesar. Es conveniente, para que el efecto se vea mejor, que el pegote lo extendamos un poco. También hay que tener en cuenta que cuanto más potente sea el imán, mejor.

Después solo tenemos que mover el imán por debajo de nuestro folio y ver cómo al manchurrón le salen pequeñas espinas como de erizo, y se mueve como si de una ameba se tratase siguiendo al imán. Las púas que ves son las limaduras de hierro intentando seguir las líneas del campo magnético que se "alejan" de la superficie del folio.

Os dejamos con un pequeño vídeo en el que podéis ver cómo nos quedó a nosotros. ¡Os animamos a crear vuestro propio fluido ferromagnético y contarnos vuestros resultados!








miércoles, 15 de julio de 2015

Química en tu cocina

¿Por qué se corta la mayonesa? Para entender por qué se corta la mayonesa es necesario primero entender qué es la mayonesa. La mayonesa (el alioli y la salsa holandesa también) es una emulsión en agua (que llamaremos fase continua) de una grasa (fase dispersa). Las dos fases no se mezclan, como bien sabemos todos. Para que nuestra mayonesa no sea un montón de agua con otro montón de aceite en la superficie, debemos utilizar alguna sustancia surfactante (explicaremos qué es esto en nuestra sección de "¡Vaya palabro!"). Da la casualidad de que en nuestras cocinas tenemos un surfactante ideal: el huevo. Es el que se encarga de que el agua y el aceite puedan juntarse y mantenerse así de una forma estable.

Pero ocurre que, en esta mezcla, agua y aceite deben estar en unas proporciones determinadas, concretamente, algo más de aceite que de agua. Si echamos demasiado aceite, el huevo es incapaz de mantener las estructuras, toda la emulsión se viene abajo y nuestra mayonesa se nos corta. Por eso viene bien echar de poco en poco algo de agua caliente, porque la temperatura favorece la actuación del surfactante.