martes, 6 de octubre de 2015

Docentes muy decentes


Ayer fue el día del docente, algo que pasó bastante desapercibido y sin mucho bombo y platillo. Con todo, los docentes hicimos nuestro trabajo, y quiero pensar que los más de nosotros pusimos toda la carne del asador para hacerlo lo mejor posible.

 
 
No corren buenos tiempos para nuestro oficio. La sociedad vuelve sus ojos hacia otros valores muy distintos al esfuerzo y la educación, tenemos alumnos sobresaturados de información gracias a Internet y encima de nosotros tenemos personas que se empeñan en retocar el sistema educativo sin haber pisado jamás un aula en calidad de profesor, o que han perdido el contacto con la realidad del día a día en el oficio de enseñar. Pero a pesar de todo ello, somos muchos los docentes que damos el callo buscando lo mejor para todos esos que, con mayor o menor gana, se sientan todos los días al otro lado de la clase para escucharnos, aprender y dejarse asombrar, como el público de un prestidigitador. En palabras de un amigo, desempeñamos el mejor trabajo del mundo con “dignidad y pundonor”, porque somos conscientes de la importancia de enseñar bien a todas esas generaciones futuras.
 
 
Todos los que estamos ahí por vocación estaremos de acuerdo en que, cuando nuestros alumnos miran con ojos como platos algo nuevo, cuando se alegran por un examen aprobado, cuando disfrutan trabajando (que los hay), nos olvidamos de todos esos que aún no se han convencido de que los docentes somos gente muy decente ¡Y a mucha honra!

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