viernes, 5 de junio de 2020

En el día del Medio Ambiente

Hoy os vamos a invitar a hacer una reflexión. Como seguramente sepáis (y si no, os lo decimos nosotros) el cinco de junio se celebra el Día del Medio Ambiente, y en las circunstancias que estamos atravesando por causa del coronavirus, este año tiene un significado adicional. Por muchos motivos. Teniendo en cuenta que ese medio ambiente del que se habla no es algo lejano y abstracto sino el lugar donde vivimos, estamos obligados a pensar en ello.

Cuando el país se encontraba en los niveles más duros del confinamiento, sucedieron algunas cosas curiosas. Muchos animales salvajes se atrevieron a moverse a sitios que antes estaban poblados continuamente por humanos, y nuestras ciudades registraron unos índices de contaminación tan bajos como hacía décadas que no se veían. La disminución tan drástica del tráfico rodado - reducido a mínimos - y la ausencia de humanos en las calles de ciudades y pueblos mostraron un mundo distinto. Del mismo modo, la falta de humanos en playas o lugares que normalmente son de "pasar el fin de semana en la naturaleza" conllevaron una disminución de la cantidad de residuos y del deterioro paisajístico como ninguna campaña de concienciación ha conseguido.

Todo esto nos tiene que dar qué pensar. Si cuando en un grupo problemático de personas castigas a uno expulsándolo y eso trae que el grupo funcione mejor, es que esa persona estaba haciendo claramente algo mal. Todo lo ocurrido nos lo ha demostrado, desde cielos más limpios hasta animales recuperando tímidamente parte de su hábitat. El mensaje entonces es obvio: o esa persona que fue expulsada debe continuar fuera del grupo para que todo vaya bien, o el grupo seguirá malfuncionando... o cambia de actitud y comienza a portarse mejor.

¿De verdad hace falta una plaga de alcance mundial para darnos cuenta de que estamos contaminando, ensuciando y deteriorando más de la cuenta? Pues parece que ni eso sirve, porque ya hay empresas que están pidiendo que se relajen las normas sobre el plástico para poder fabricar más mascarillas, en lugar de buscar alternativas. Y si la actitud de muchas personas - que en estas etapas de desescalada gradual ya actúan como si el peligro hubiese desaparecido del todo - es una señal, hay una parte de la especie humana que tiene una memoria desastrosa, peor aún que la que se le atribuye (injustamente, por cierto) a los peces.

En lugar de lanzarnos de nuevo a contaminar, ensuciar, fabricar más plásticos y alterar el medio ¿por qué no recordamos esas ciudades tranquilas de cielos limpios en las que un pájaro carpintero se atrevía a instalarse en un parque? Por favor, que no haga falta que Mamá Naturaleza nos castigue echándonos fuera de clase. Demostremos que somos capaces de estar en el mundo y portarnos bien.




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