El que los animales no "hablen" como nosotros no significa que no se comuniquen. De hecho, la comunicación entre ellos suele ser mucho más fina que la nuestra, y notablemente más honesta, porque muchas veces se basa en estados de ánimo que se transmiten mediante olores o gestos corporales.
Y no nos estamos refiriendo únicamente a animales "grandes" como aves y mamíferos. Uno de los ejemplos más bonitos y famosos de lenguaje animal lo tenemos en la danza de las abejas, el modo en que las obreras que regresan de una exploración comunican sus hallazgos a sus hermanas de colmena. El primero en documentar este curioso hecho fue el biólogo Karl Von Frisch, y resulta asombroso darse cuenta de las matemáticas que hay detrás de este lenguaje de círculos y vibraciones de abdomen. Aquí tenéis un pequeño vídeo explicativo sobre la danza de las abejas.
Y aquí otro "en vivo" ¡Vaya jaleo! Fijaos en las abejas que mueven su abdomen haciéndolo vibrar.
¡Y ahora nos vamos zumbando a seguir trabajando!
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