Este fin de semana se ha levantado en nuestro país el estado de alarma, y el hecho ha puesto de relieve, una vez más, que el gran problema de toda esta situación no es tanto la presencia del coronavirus como la manifestación patente de la inconsciencia y el egoísmo de muchas personas.
Sigue habiendo demasiada gente que no se hace cargo de la realidad, porque no la entiende (y en ese caso debería hacer esfuerzos por entenderla) o porque piensa que la realidad debe ajustarse a sus caprichos (y estaríamos hablando entonces de egoísmo e inmadurez en estado puro). La pandemia es REAL. Punto. Negar las pruebas de ello está al mismo nivel de cerrilidad que negar el paso de las estaciones, la redondez del planeta o los efectos estimulantes del café. El coronavirus NO se rige por los decretos de ningún gobierno: tiene sus propias leyes y formas de actuación, y no va a dejar de actuar porque oficialmente se haya decretado el fin del estado de alarma. Eso solo significa que el control de las decisiones deja de estar en manos del gobierno central, y obliga a actuar a cada gobierno autonómico.
Pero - y este es el gran PERO del meollo - aquí es donde la ciudadanía, si tuviera un mínimo de responsabilidad y de sentido común, debe decir: "al margen de lo que decreten los gobiernos, yo sé que lo prudente es seguir actuando con las medidas de prevención que dictan los médicos." Es decir, que aunque papá te dé permiso para fumar, tú decides no hacerlo porque sabes que es malo. Que se acabe el toque de queda no significa permiso para hacer macrobotellones en la vía pública (algo que, por cierto, ya era ilegal antes de la pandemia), sino que podrás sacar a pasear a tu perro a las dos de la madrugada si lo ves necesario o te apetece. No significa que te puedas juntar con doce personas en un bar - aunque la ley lo permitiera - porque eso favorece el contagio (el virus, ya lo hemos dicho, no lee boletines oficiales del estado).
Personalmente, me revienta que hablen de una libertad que no se merecen los que están favoreciendo la propagación del virus y poniendo en riesgo la vida de tantas personas. Libertad no significa poder hacer lo que te dé la gana incluso si eso perjudica a otros. No eres libre para echar humo de tabaco sobre una mujer embarazada. No eres libre para conducir a ciento cincuenta por una autovía con alcohol en la sangre. No eres libre de satisfacer tus ganas de juerga y borrachera propagando un virus que se está cobrando vidas.
Ese victimismo del que tantos hacen gala incluso en los medios de comunicación es miserable y sinvergüenza. "Nos recortan libertades", "desgaste psicológico", "nos tienen encerrados, reprimidos". Basura. Es una forma de ser egoísta, superficial, de niño malcriado. ¿Dónde está la madurez que dice "si es necesario por el bien de otros, no me importa sacrificar parte de lo que puedo hacer". No: todo es "lo quiero todo y lo quiero ya", como la canción de Queen. Mientras hay chavales en el ala de oncología infantil del Hospital de la Paz que llevan casi un año encerrados en una habitación en la que solo pueden recibir visitas de sus padres (contadas y con todas las medidas), esos niñatos de todas las edades se ríen, se emborrachan y se despendolan porque durante equis tiempo solo les han dejado estar en la calle hasta las once, no han podido juntarse más de seis en una terraza y no les han dejado salir de su comunidad autónoma. Alguno tiene pendiente un buen examen de conciencia, del que puede salir avergonzado pero un poco mejor persona, o seguir pasando de todo, atender solo a sus ególatras caprichos infantiles y continuar siendo una persona mediocre e inmadura, además de comportarse como un peligro para todos.
Y cuando la incidencia del virus vuelva a subir, volverán a culpar al gobierno. Esta pandemia durará más de lo debido no por las características físicas y biológicas del virus - que, al fin y al cabo no tiene más remedio que ser como es - sino, simple y llanamente, por la estupidez y el egoísmo de esa parte de la población.
No hay comentarios:
Publicar un comentario