domingo, 25 de agosto de 2019

Un vistazo a su mundo interior





¿Cuántas veces os habéis preguntado (u os han preguntado) si los animales tienen sentimientos? Quizás sois de los que piensan que el amor, el miedo, la curiosidad, el dolor o la felicidad son vivencias únicamente reservadas al ser humano, mientras que los animales no serían más que "máquinas programadas genéticamente". Esta actitud normalmente deriva de la herencia de una tradición antropocentrista que tiende a mirar al hombre como algo especial en la Creación.

Peter Wohlleben nos muestra que no es así. Los animales sienten. Y no solo argumenta citando las clásicas muestras de cariño que podría mostrar nuestro perro para recibirnos, sino que apoya sus argumentos con muchos estudios científicos. Nos demuestra que las estructuras cerebrales relacionadas con los sentimientos están presentes ya en peces, y que compartimos con ellos muchas hormonas relacionadas con sentimientos, como la oxitocina, responsable, entre otras cosas, del "amor maternal". Cierto que estamos hablando básicamente de vertebrados, y que en los animales más sencillos (como lombrices u ostras) no podemos esperar el psiquismo de un delfín o una madre osa, pero eso no quita fuerza a su argumento. También demuestra, para aquellas personas que digan "pero en los animales es solo instinto", que esas mismas emociones son instintivas en humanos. En definitiva, que nuestro miedo, nuestra felicidad o  nuestra curiosidad son biológicamente equivalentes a las de los animales. Porque los animales sienten como nosotros, o quizás debamos decir que nosotros sentimos como los animales.





No hay comentarios:

Publicar un comentario