martes, 6 de junio de 2017

Los fósiles no te dejan de piedra

A nadie le amarga un fósil. Esos pedacitos de piedra que conservan la forma de seres que vivieron hace muchísimos millones de años siempre despiertan nuestro asombro. Tener uno de ellos en la mano es como sostener un pedacito de prehistoria. Algunos son más fáciles de encontrar, y con un poco de suerte, buscando en los lugares apropiados, los veremos en el mismo monte. Otros son más exóticos y tendremos que conformarnos con contemplarlos en los museos.

¿Sabéis que los fósiles más antiguos que se conocen tienen al menos 3770 millones de años? Pertenecen a la formación de Nuvvuagittuq, en Quebec, Canadá, y son también los más pequeños ¡Pertenecen a microorganismos de zonas hidrotermales! En el otro extremo, el fósil del animal más grande hallado nunca corresponde a un dinosaurio argentino que debió de pesar casi cien toneladas ¡Más de catorce elefantes juntos! Claro que tampoco se queda atrás una mandíbula de Carcharodon megalodon, un tiburón que vivió hace 1,5 millones de años y que midió unos dieciséis metros.

A menor escala, se han encontrado fósiles de libélulas de 70 centímetros de envergadura (Meganeura), miriápodos de más de dos metros de largo (Arthropleura) y hormigas del tamaño de un dedo pulgar (Titanomyrma) ¡Menudos bichos!

Así que ya véis, el mundo de la Paleontología está lleno de sorpresas y curiosidades. Aunque transcurran cientos de millones de años, está claro que los fósiles no pasan de moda.







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