miércoles, 30 de junio de 2021

Las dudas de Crick

¿Por qué todo parece más tranquilo después de una nevada?

Si has tenido la suerte de presenciar alguna (y si no ¿dónde estabas cuando tuvimos a Filomena este enero?) te habrás dado cuenta de que, después de una nevada, si la nieve ha cuajado en el suelo, el aire tiene una sonoridad distinta, que parece invitar a hablar bajito (por lo menos hasta que bajan los niños a tirarse bolas de nieve). Esto no es solo una impresión subjetiva derivada de "antes estaba nevando a rabiar y ahora ya ha pasado". Tiene una explicación física. Cuando la nieve se acumula en el suelo, la forma de sus cristales hace que queden muchos huecos entre ellos, creando una superficie esponjosa que absorbe fácilmente los sonidos y no los devuelve. Aunque no nos demos cuenta por la costumbre, las calles y los edificios producen un pequeño eco cuando los sonidos habituales de la ciudad rebotan en ellos. No los echamos en falta hasta que una nevada anula este fenómeno, creando esa sensación de "quietud sonora".


 

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