miércoles, 16 de junio de 2021

Más reflexiones acerca de la pandemia

El otro día nos tocó acudir para nuestra segunda dosis de la vacuna, cosa a la que nos aprestamos con entusiasmo. El balance del día, por supuesto, fue positivo, pero hubo una escena que nos dio qué pensar, dejándonos ojipláticos... Nos explicamos.

Había dos colas: una para vacunarse con Pfeizer y otra para Astrazeneca. Había también un enfermero encargado de controlar ambas colas. Mientras esperábamos en la nuestra, un hombre se acerca al enfermero y le pregunta que, aunque él estaba en la de Pfeizer, podía cambiarse a la de Astrazeneca. ¿El motivo? Lo confesó allí mismo: en esa otra cola había menos gente.

A ver: estamos incondicionalmente a favor de la vacunación. Es nuestra mejor baza contra la pandemia (si no la única). Estamos razonablemente seguros de que las vacunas que se están administrando han sido probadas, cada una con sus propias características, detalles y efectividad. Nos parece bien que este hombre estuviera dispuesto a vacunarse, pero que su criterio para decidirse por una vacuna o por otra sea dónde hay menos cola nos parece ridículo. Para empezar, creemos que no es el paciente el que debería elegir el tratamiento (no me imagino que mi médico de cabecera me diera a elegir entre dos antibióticos). Pero si en el panorama que tenemos la persona debe escoger, una actitud responsable es informarse adecuadamente. Lo que, por supuesto significa consultar fuentes médicas, no mensajes de whatsapp del amigo que ha oído que... O, Dios nos libre, basarse en las opiniones de tertulianos televisivos. Incluso el criterio de en qué cola hay menos gente es mil veces mejor que eso.





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